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19 de diciembre de 2017

FIN DE GUARDIA, de Stephen King





«–¿Cómo me he metido en esto? –pregunta lloriqueando.
»–Como todo el mundo se mete en todo –dice Brady sin levantar la voz–. Paso a paso.»
Stephen King, Fin de guardia.


«La trilogía Hodges» llegó a su fin.

Fin de guardia, libro que cierra la serie policial de Stephen King compuesta por las novelas Mr. Mercedes (2014) y Quien pierde paga (2016), acaba de ser publicado por Plaza & Janés en una hermosa edición de tapa dura con sobrecubierta.

            Una vez más, el inspector retirado Bill Hodges tiene que enfrentarse a un caso complicado, en el que muchas vidas (entre las que se cuentan la suya y la de sus más queridos amigos) se ven en peligro. Brady Hartsfield, aquel psicópata que ya había asesinado a varias personas en su atentado en el Centro Cívico y había intentado asesinar a muchas más en el auditorio Mingo durante el concierto de ‘Round Here, vuelve a convertirse en una amenaza. El problema es que, en teoría, Brady todavía no se recuperó de ese último encuentro con el grupo de Bill, ocho años antes, en el que Holly lo golpeó en la cabeza con una cachiporra, ocasionándole daño cerebral. Ahora, confinado en la habitación 217 del Hospital Kiner Memorial, y no siendo mucho más que un «vegetal», Brady desarrolla en secreto una habilidad bastante inusual: puede mover objetos con sólo pensar en ellos y, algo todavía más increíble, influir en la mente de las personas hasta el punto de meterse en ellas y, si lo desea, tomar el control. Con esta nueva habilidad, Brady no deja de pensar en la magnitud de su venganza.

            Fin de guardia es una nueva muestra (como si hiciera falta alguna más) de que Stephen King sigue siendo un maestro en lo que hace. Con la destreza que lo caracteriza, y que lo convirtió en uno de los escritores más exitosos de la historia de la literatura, el autor de El resplandor logra combinar una historia interesante e imposible de abandonar con un trasfondo complejo en el que no sólo cobran vida personajes entrañables, sino que también se desarrollan temas de gran profundidad, entre los que se destaca el suicidio. En efecto, Brady, que ya había inducido al suicidio a Olivia Trelawney (dueña del Mercedes con que se cometió el atentado en el Centro Cívico) y había intentado hacer lo mismo con Hodges, desarrollará su plan teniendo en cuenta su pasión por empujar a las personas hasta el límite y ver cómo, solas, lo atraviesan.

            De esta manera, con Fin de guardia no sólo tenemos una novela para pasar un buen rato, sino una historia que (además del buen rato, por supuesto) es también una reflexión profunda, inteligente y bien informada sobre lo que significa el suicidio en la sociedad norteamericana y, por extensión, en las sociedades hiperconectadas del siglo XXI.

            Por otra parte, es interesante ver «la trilogía Hodges» como un recorrido por la misma versatilidad de Stephen King. Partimos de un formato policial (en Mr. Mercedes), pasamos por un relato en el que la verdadera protagonista es la pasión por la literatura (en Quien pierde paga) y llegamos a un thriller fantástico (en Fin de guardia), todo en lo que podría considerarse una misma historia. No es de extrañar que, entre los lectores constantes, esta última entrega sea una de las más celebradas de la saga.

            No puedo decir mucho más sin incurrir en algún spoiler. Prefiero detenerme antes de arruinarle al lector el innegable placer de dejarse llevar por la lectura. Lo único que puedo agregar (y me temo que con esto ya digo mucho) es que terminé la novela con un nudo en el pecho y lágrimas en los ojos.

Nada más.




***
Sobre el autor: Stephen King nació en Maine (EE.UU.) en 1947. Estudió en la universidad de este Estado y después trabajó como profesor de literatura inglesa. Su primer éxito literario fue Carrie (1974), que, como muchas de sus novelas posteriores, fue adaptada al cine. Lleva escritas más de cuarenta novelas (entre las que se destacan Cementerio de animalesItThe Green MileUn saco de huesos y la saga La torre oscura, entre muchas otras) y doscientos relatos. En 2003 fue galardonado con el premio literario estadounidense de mayor prestigio, la medalla de The National Book Foundation for Distinguished Contribution to American Letters.



- King, Stephen, Fin de guardia, Barcelona, Plaza & Janés, 2017.





10 de diciembre de 2017

CADÁVER EXQUISITO, de Agustina Bazterrica



Recién publicada, Cadáver exquisito de Agustina Bazterrica es la ganadora del Premio Clarín Novela 2017, que en esta entrega contó con un jurado integrado por Jorge Fernández Díaz, Pedro Mairal y Juan José Millás. Si bien este dato no es menor, tampoco nos dice mucho sobre la calidad de la novela. Entre las personas que se dedican a las Letras es usual reflexionar sobre la credibilidad de algunos concursos y el mérito de las novelas galardonadas. Las conclusiones pueden ser muy variadas, desde la risa ante novelas que de ningún modo se merecerían un premio (al menos según la opinión de quien delibera en ese momento) hasta una defensa acérrima que puede llegar, y generalmente lo hace, a la descalificación de los interlocutores. Debo decir que yo soy de aquellos que no creen mucho en la legitimidad de los certámenes. Al fin y al cabo, ganar uno no es más que haber sido elegido por tres o cuatro personas, y un escritor (cualquier escritor) no debería conformarse con tan poco. De cualquier manera, no niego que muchas novelas son merecidamente premiadas, y Cadáver exquisito representa, sin lugar a dudas, un acto de justicia literaria.

Estamos en una sociedad distópica, en un futuro próximo, tan próximo que lo sentimos a apenas unas páginas de distancia. En esta sociedad, un nuevo virus mortal contraído por los animales puso en jaque a la raza humana. Mientras que los animales eran portadores, los seres humanos contagiados morían. Para eliminar toda posible amenaza, se iniciaron los sacrificios masivos y, así, la vida animal, por lo menos hasta donde se pudo controlar, despareció sobre la Tierra. Pero había un inconveniente… ¿Qué iban a comer las personas? La legalización del canibalismo fue la solución no sólo a ese problema, sino a muchos otros: la inseguridad, la superpoblación, la pobreza… De forma tan rápida como eficaz, se naturalizó la nueva cultura alimentaria y el mundo experimentó lo que se dio en llamar la «Transición».

En este contexto se encuentra Marcos Tejo, encargado general del frigorífico Krieg y mano derecha del jefe, que debe hacerse cargo de un padre demente, esperar el regreso de una esposa depresiva y soportar la propia angustia por un hijo muerto. Pero sigue adelante, con la eficiencia de alguien que está acostumbrado a hacer bien su trabajo. Su tristeza, su frustración al ver que su vida se desvaneció desde la muerte de su hijo, su imposibilidad de adaptarse a una sociedad nueva que él mismo rechaza pero que ayudó a forjar (redactando las leyes que hoy se niega a cumplir) lo convierten en una especie de autómata, un zombi que se niega a comer carne humana cuando el resto de los humanos se regodea en ella. Aunque todo cambia, por supuesto. Para Marcos, el cambio llega en forma de un regalo: recibe en su casa, de parte del criadero Tod Voldelig, una hembra PGP (siglas de Primera Generación Pura). Un regalo que vale una fortuna, que puede tanto vender como criar o comer. Un regalo que, legalidad aparte, puede dar mucho más de lo que se espera. Un regalo que cambiará su vida para siempre.

Sin miedo a exagerar, puedo decir que Cadáver exquisito es una novela magnífica, escrita con una prosa simple y directa, que en vez de menoscabar una historia que de simple no tiene nada, la convierte en una retahíla de golpes contundentes. A partir de la descripción de esta sociedad distópica, Agustina Bazterrica en realidad apunta a los dilemas que aquejan a nuestra propia sociedad. La deshumanización de las personas, lo animal, los morbos presentes en cada represión, el tabú necesario para que haya un orden y que, aunque cambie de contenido, siempre es tabú, los miedos, la familia, el amor, las palabras… Las palabras. Con una conciencia digna de alguien que vive de ellas, Bazterrica nos muestra cómo todo, en última distancia, tiene que ver con la lengua y la forma en que decimos las cosas. De esta manera, la «Transición», más que un cambio de paradigma existencial, no fue otra cosa que un cambio en la forma de nombrar. Por esto, el trabajo con el lenguaje es esencial en la historia, y las palabras llenan los vacíos que las mismas palabras, no pronunciadas, dejan.

No recomiendo Cadáver exquisito de Agustina Bazterrica por haber ganado la nueva edición del Premio Clarín Novela. No. Recomiendo Cadáver exquisito porque es una gran novela a la que el Premio Clarín vino, como dije en un comienzo, a hacerle justicia.

No lo duden, léanla. Una vez que empiecen no van a poder parar.



***
Sobre la autora: Agustina María Bazterrica nació en Buenos Aires en 1974. Es licenciada en Artes (UBA). Ganó el Primer Premio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires «Cuento Inédito 2004/2005» y el Primer Premio en el XXXVIII Concurso Latinoamericano de cuento «Edmundo Valadés» (Puebla, México, 2009), entre otros.
En 2013 publicó la novela Matar a la niña (Textos Intrusos), y en 2016, el libro de cuentos Antes del encuentro feroz (Alción Editora). Es gestora y curadora cultural, junto con Pamela Terlizzi Prina, del Ciclo de Arte «Siga al Conejo Blanco» (www.sigaalconejoblanco.com). También coordina talleres de lectura con Agustina Caride.
Su página web es www.agustinabazterrica.net

- Bazterrica, Agustina, Cadáver exquisito, Buenos Aires, Alfaguara, 2017.



30 de noviembre de 2017

Entrevista en PERIÓDICO IRREVERENTES





          Amigos, comparto con ustedes la breve entrevista que me hicieron en Periódico Irreverentes por la salida de Frente al abismo. ¡Saludos!





Ya salió FRENTE AL ABISMO





          ¡Ya está a la venta Frente al abismo!


          Mi nuevo libro, que contiene 15 cuentos que te van a enfrentar con la oscuridad, ya se puede comprar por amazon.com




24 de septiembre de 2017

IT: Una victoria por puntos






            Es difícil escribir sobre una película como It. En primer lugar, hacer una reseña tradicional no tiene sentido. Ya todos conocen la historia, y los que no la conocen es porque no les interesa. Por ende, tampoco leerían una reseña. En segundo lugar, la nueva versión, desde el momento de su concepción, contaba ya con tres factores adversos: un libro genial como base, una película (o miniserie) que marcó a toda una generación, y, por último, una enorme expectativa (y todos sabemos que nada decepciona más que una enorme expectativa).

            En fin, no voy a escribir una reseña tradicional, por lo que me ahorraré el laborioso, insufrible y siempre inútil esfuerzo de resumir la trama. Voy a pasar sin dilación a una valoración de la película, que inevitablemente compararé con el libro y la miniserie antes mencionados.

            Para empezar, la historia de It no es sólo la historia de sus personajes, ni siquiera de Pennywise, sino también de su ciudad, Derry, ese pueblo que nació de la mente de Stephen King pero que para nosotros es tan real como cualquier otro pueblo que figure en los mapas de Estados Unidos. Derry es uno de los protagonistas, tal vez el protagonista, que si bien aparece en otras historias de King, en ninguna se lo elabora con tanta profundidad y complejidad como en ésta. Teniendo en cuenta esto, podemos ver que esta nueva versión de It es superior a la anterior de 1990. Ahora sí se puede sentir en pantalla (mucho más que antes) a la verdadera Derry.

            Con respecto a los otros protagonistas, esta nueva adaptación también sale ganando. Frente a chicos demasiado acartonados, inocentes y pulcros de la producción anterior, el actual “club de los perdedores” está compuesto por personajes más complejos, cínicos e incorrectos. Más reales, de hecho. Las nuevas interpretaciones (y Henry Bowers no queda exento) le hacen honor a ese innegable talento de King de crear personas más que personajes. Como ejemplo podríamos mencionar las relaciones de Beverly y de Eddie con sus padres, más oscuras de lo que permitía ver el film anterior. También tenemos el caso de Richie, mucho más irreverente y mordaz, que brinda una cuota de humor que no deja de ser novedosa.

            Y por último llegamos a Pennywise, el payaso. Acá tengo que admitir que la nueva versión pierde en comparación con la anterior. El actual Pennywise, encarnado por el joven Bill Skarsgård, carece de esa ambigüedad que sí tenía su antecesor interpretado por Tim Curry. Mientras que “el viejo” Pennywise alternaba una imagen simpática con otra pavorosa (lo que sin lugar a dudas generaba ese toque siniestro que acompañó a muchos de nosotros hasta las profundidades de nuestros sueños), el nuevo Pennywise siempre es malo, siempre es aterrador. Tan malo se ve que ya resulta difícil de creer que Georgie (un nene asustadizo que le teme a su propio sótano) no salga corriendo en la primera escena de la película, cuando todo comienza. Por otra parte, y a fuerza de ser honesto, hay que admitir que la relación de Pennywise con el miedo está mejor planteada en esta nueva versión. De hecho, nos permite pensar que a lo mejor eso es el miedo: un payaso que en vez de hacer reír, aterra; un payaso ridículo que tomamos en serio, y que en ese tomar en serio nos mata, nos come, nos roba la inocencia y nos impide crecer. A lo mejor eso es el miedo…

            Si me preguntan, me quedo con esta nueva versión, que promete mucho más para el segundo capítulo y que sólo un espectador perezoso podría catalogar de remake. Si bien pierde contra el libro (me permito pensar que siempre será así), gana la contienda contra su predecesora. Una victoria por puntos, pero que se da en casi todos los rounds.



***
Título original: It
Año: 2017
Duración: 135 min.
País: Estados Unidos
Director: Andrés Muschietti
Guion: Chase Palmer, Cary Joji Fukunaga, Gary Dauberman (Novela: Stephen King)
Música: Benjamin Wallfisch
Fotografía: Chung Chung-hoon
Reparto: Bill Skarsgård,  Jaeden Lieberher,  Sophia Lillis,  Finn Wolfhard,  Wyatt Oleff, Jeremy Ray Taylor
Productora: New Line Cinema / KatzSmith Productions / Lin Pictures / Vertigo Entertainment / RatPac-Dune Entertainment



29 de junio de 2017

CONVERSACIÓN CON EDUARDO



            No me gusta hablar con desconocidos. Por eso, la primera sensación que tuve cuando el señor se me acercó fue de desagrado. Estábamos en el café Havanna de Santa Rosa y Muñiz, en el límite entre Castelar e Ituzaingó. Yo acababa de concluir la jornada de perfeccionamiento docente en el colegio Alberdi y tomaba algo antes de ir a buscar a mis hijos a la casa de mis suegros; él, según me dijo, era habitué del lugar. Primero me felicitó por mi lectura, señalando el ejemplar de El Ser y el Tiempo de Heidegger, editado por Fondo de Cultura Económica, que descansaba sobre la ínfima mesa circular, después me preguntó si se podía sentar. No supe decirle que no, así que asentí.

            Según sus propias palabras, se llamaba Eduardo, tenía «setenta y tantos» años y era «un hombre de Letras». Por mi parte, podría agregar que aparentaba la edad aproximada que decía tener, en especial por su calvicie y por el escaso pelo blanco que se extendía a ambos lados de su cabeza. Me preguntó a qué me dedicaba y, con cierto recelo, le dije lo que le suelo decir a todos: que trabajaba de profesor, pero que era escritor. «Tengo un sobrino que quiere ser escritor –dijo, con una mueca que intentaba ser una sonrisa–. Quiere… Como si hiciera falta algo más».

            Hablamos cerca de cuarenta minutos. No todo lo que dijimos merece el reconocimiento de la letra escrita (de seguro nada de lo que yo dije lo merece), pero no puedo dejar de transcribir, más o menos como las recuerdo, ciertas palabras de Eduardo:

            –Es fácil saber que estamos en el final de los tiempos –dijo, dándole un breve sorbo al café que había pedido para su «nueva» mesa–. Ahora, la gente ya no vive, simplemente está viva, aguantando a base de clonazepam y de redes sociales. Antes no era así. Dante, Shakespeare, Cervantes… Vivían. No tenían vidas, ¡las hacían! Perseguidos, encarcelados, ocultos detrás de máscaras… Piense en Larra. ¡Pegarse un tiro a los 27 años, resolviendo de manera definitiva la cuestión hamletiana! ¿Qué hacen ahora los escritores? Si tienen suerte, viven en sus mansiones, rodeados de lujos, escribiendo historias para el olvido y dando conferencias para cholulos; y si no les va bien, si no tienen suerte, dan clases a un montón de adolescentes que no saben leer, a los que ni siquiera les interesa hacerlo. (Estuve a punto de decirle que ésa era mi situación, pero opté por no interrumpirlo.) Alguno que otro, entre los que tienen suerte y los que no, dicta un taller en el que pretende enseñar lo que sabe que no se puede transmitir. ¡Todo un circo! ¡No son más que un montón de nenes que buscan aprobación con libros malos, con historias que no valen la pena! A nadie le importa ser escritor, sino sentirse uno, verse como uno. ¿Qué se puede esperar de esta era donde todos se sacan fotos, fingiendo felicidad donde sólo hay miedo, depresión, evasión, envidia…? Es más fácil construir una mentira por internet que cambiar de vida en la Tierra.

            Tomó un nuevo sorbo de su café y miró por la ventana. Movía nerviosamente su pierna, como si tocara el tambor de una batería.

            –Pero no les pasa sólo a los escritores –siguió–. Ya nadie se hace adulto. Ahora son todos estúpidos, idiotas, todo el día con el celular en la mano, con demasiado miedo para mirar a la vida de frente. Tal vez Nietzsche fue el último hombre en mirar al abismo. Podemos discutir si hizo bien en hacerlo, si le hizo bien hacerlo… ¡Pero lo hizo! Hoy el hombre huye del abismo, y prefiere la cómoda muerte de una vida mediocre… De alguna manera, las personas se convencieron de que vivir es distraerse.

            Un nuevo sorbo. La vista iba y venía de la ventana que daba a la calle Muñiz a mis ojos. Una y otra vez. Su pierna seguía moviéndose al compás de un ritmo mudo.

            –Perdone mi entusiasmo, pero me indigna. Cuando lo vi leyendo a Heidegger no pude más que acercarme. Ya no veo a muchos jóvenes leyendo, mucho menos libros como ése. Vivimos tiempos difíciles. Tristes. Ya ni siquiera la idea de Dios sirve para algo. ¿Usted cree en Dios?

–Soy católico –le respondí.

Asintió.

Yo no. No creo en Dios, pero respeto a aquél que se arrodilla frente a su idea de la eternidad. Es mejor que arrodillarse frente a la pantalla de la computadora, que es lo que más o menos hacen todos. ¿Y para qué? Nunca el hombre vivió tanto, con tanta seguridad, como en la actualidad, y sin embargo nunca lo hizo con tanto miedo… ¿Usted tiene miedo?

            –Mucho.

            –Entonces no va a hacer nada que valga la pena… Replantéese sus creencias. Un Dios que no le sirve para perder el miedo es un Dios que no sirve para mucho. ¿Cuántos años tiene?

            –35.

            Negó con la cabeza.

            –No tiene por qué temer. No debería hacerlo. Con 35 años ya puede morir en paz. Hasta su Dios vivió menos que eso…

            En ese momento, nos interrumpió la camarera, preguntándonos si queríamos algo más. Dijimos que no. Ya se me había hecho tarde para ir a buscar a mis hijos y Eduardo, con tono enigmático, afirmó que tenía que hacer.


            –Deje, amigo –fue lo último que me dijo–. Yo invito.



"Mis sueños" en NADIE ES COOL





          Amigos, la revista NADIE ES COOL acaba de publicar mi relato "Mis sueños". Están invitados.





22 de mayo de 2017

"Los gatos saben cosas" en miNatura 154






          "Los gatos saben cosas" es uno de mis cuentos favoritos de todos los que salieron en la revista española miNatura. Por alguna razón que desconozco (un psicólogo que me lo explique, por favor), nunca lo compartí. Así que ahí va. Saludos.

(La traducción al inglés estuvo a cargo de Yanina Pandullo.)




"El elixir" en miNatura 155





          Amigos, acaba de salir el nuevo número de la revista miNatura, que tiene como tema "Científicos locos". En ella pueden leer mi relato "El elixir", además de muchas otras historias verdaderamente perturbadoras. Los invito a descargar y a leer.





8 de mayo de 2017

EN TRES NOCHES LA ETERNIDAD, de Sebastián Chilano




«–Los hombres, los dioses, sus religiones, todos se equivocan cuando creen que la inmortalidad es vivir eternamente. No lo es. La inmortalidad es anular los sentidos. Es ser parte del tiempo, de un todo que es nada, de un instante que sucede ahora y sucedió siempre. Es ser y no existir. Es la anulación del tiempo.»
Sebastián Chilano, En tres noches la eternidad.


Cada tanto, te encontrás con uno de esos libros que te permiten recordar por qué elegiste la vida que elegiste, por qué a pesar de tantos libros malos volvés con un renovado entusiasmo a cada nueva lectura. A veces pasa, y el mundo vuelve a ser literario.

            Acabo de terminar En tres noches la eternidad (Editorial Vestales, 2015) de Sebastián Chilano y me resisto a abandonarlo. Las sensaciones que me provocó me convirtieron en alguien que alguna vez fui, y que con frecuencia olvido. Las tres historias que conforman el volumen exponen todo aquello por lo que vale la pena reflexionar, discutir, leer y escribir: la muerte, la inmortalidad, el tiempo, la eternidad, el miedo, la enfermedad, el mal… Pero la lista sería demasiado larga, y lo tedioso de ella menoscabaría las bondades del texto.

            Tres noches, tres historias, tres escenas.

            Dos iniciados que buscan los secretos de la inmortalidad en un moribundo («Primera parte»); un pintor barroco que huye de la muerte enalteciéndose en la más abyecta bajeza («Segunda parte»); un apócrifo ícono bíblico que rechaza la Buena Nueva al tiempo que ve morir al mayor de los milagros («Tercera parte»).

            Eso en tres noches, tres relatos y una eternidad que todo lo incluye, hermana y aniquila.

            Vistas en conjunto, las tres historias cuentan el mismo drama humano, que en esencia nunca cambia aunque se manifieste de manera distinta: el deseo de trascender en una existencia condenada a muerte. Así, y con una prosa impecable, Chilano nos enfrenta a hombres que pierden de vista su vida en el afán de buscar una respuesta que la justifique, que se encaminan inexorablemente a la muerte en su intento de burlarla. Ésos son los hombres de En tres noches la eternidad, hombres que (como muchos de nosotros) asumen que la vida no puede tener valor si no se la hace valer en la trascendencia de lo común y en el acceso a lo insondable.

            A lo mejor, y con esto termino, la vida de cada ser humano no es más que la falta de correspondencia entre el deseo de acceder a lo divino y la indiferencia de los dioses ante los padecimientos de dicha búsqueda. Incluso, puede que ese deseo de eternidad no sea más que la última broma que los dioses les jugaron a los hombres.

            En tres noches la eternidad.

            Sebastián Chilano.

            Agenden.


***

Sobre el autor: Sebastián Chilano nació en 1976 y vive en Mar del Plata, es médico y escritor. Ha publicado las novelas Riña de gallos (Ediciones B, 2010); Las reglas de Burroughs (Gárgola, 2012), que fue ganadora del concurso “Laura Palmer no ha muerto”; Tan lejos que es mentira (Letra Sudaca, 2013); y Méndez (Vestales, 2014). Ha creado, además, en coautoría con Fernando del Rio, las novelas de la saga de Furca: La cola del lagarto (Ediciones B, 2009) y El geriátrico (Ediciones B, 2011). En 2012, recibió el premio Alfonsina Storni en el rubro Creación Literaria.




-Chilano, Sebastián, En tres noches la eternidad, Buenos Aires, Editorial Vestales, 2015.



30 de abril de 2017

"Aquello que te persigue" en NADIE ES COOL





          Nadie es cool trae una novedad: acaba de publicar mi cuento "Aquello que te persigue". Los invito a leerlo. Y les pregunto: ¿a ustedes qué (o quién) los persigue?





"En dirección (o 'En el aula II')" en REVISTA KUNDRA





          Amigos, Revista Kundra publicó mi relato "En dirección (o 'En el aula II')". Como de costumbre, los invito a leer. ¡Saludos!

https://revistakundra.wordpress.com/2017/03/30/narrativa-en-direccion-o-en-el-aula-ii-por-lucas-berruezo/



19 de enero de 2017

TREN A BUSAN: un tren (zombi) fuera de control





Lo interesante (y, para los amantes del género, maravilloso) de las historias de zombis es que no necesitan innovar para deleitar a los espectadores. Si bien los zombis actuales no son los mismos que poblaron las pantallas en blanco y negro en films como White Zombie o la ya legendaria Night of the Living Dead, el éxito de una película o de una serie no depende de las vueltas de tuerca que se le pueda dar a los argumentos. Así, nunca sabemos con exactitud qué desencadena el origen de los zombis ni si el mundo volverá a ser el mismo después de su aparición. Lo importante, en todo caso, es que los zombis estén ahí, tan irreflexivos y hambrientos como siempre, ya sea que se arrastren lentamente (al mejor estilo The Walking Dead) o corran a velocidades asombrosas (World War Z).

            En la línea de los zombis correcaminos, nos llega desde Corea del Sur Tren a Busan (Busanhaeng), una superproducción que concentra todo un apocalipsis Z en un ramal de ferrocarril. La pequeña Soo-an (Kim Su-an) sólo quiere un regalo de cumpleaños, visitar a su madre, que vive en Busan. Su padre, Seok-woo (Gong Yoo) apenas puede decirle que no, la culpa por su separación se suma al poco tiempo que pasa con ella por estar demasiado comprometido con su trabajo. Por esto mismo, decide cumplir con el regalo de cumpleaños y acompañar a su hija en tren hasta donde vive su ex mujer, para luego volver y retomar sus actividades laborales. Pero algo no está bien. Las calles parecen extrañas, los bomberos y la policía se ven más de lo que se suelen ver y las sirenas se escuchan por todas partes. Finalmente, una vez en viaje, Seok-woo y Soo-an se relajan, sin saber que aquello que estaba amenazando a la ciudad ya se metió en el tren.

            El suspenso, la acción que no da tregua, un terror puro y genuino, unos efectos especiales tan increíbles como creíbles y unas actuaciones sorprendentes hacen de Tren a Busan la mejor película de zombis de lo que va el siglo XXI. Sin desviarse de las convenciones del género, aporta, además, una cuota de emotividad que no suele estar presente (al menos no de manera satisfactoria) en este tipo de historias. Los corazones frágiles no podrán evitar derramar algunas lágrimas.

            Si pueden, vayan a ver Tren a Busan. Es, hablando oportunamente, un tren (zombi) fuera de control.


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Título original: Busanhaeng
Año: 2016
Duración: 118 min.
País: Corea del Sur
Director: Yeon Sang-ho
Guión: Yeon Sang-ho
Reparto: Gong Yoo, Ma Dong-seok, Ahn So-hee, Kim Soo-an, Jung Yu-mi, Kim Eui-sung
Productora: Next Entertainment World



13 de enero de 2017

QUIEN PIERDE PAGA, de Stephen King







ESA PASIÓN LLAMADA «LITERATURA»


«Pero eso daba igual. Las cosas del mundo iban quedando
en la cuneta. Uno perdía la rapidez de movimiento y la vista
y esa puta vitalidad eléctrica, pero la literatura era eterna (…)».
Stephen King, Quien pierde paga.


Después de hacerse rogar más de lo esperado, llegó a la Argentina Quien pierde paga (Finders Keepers en inglés) de Stephen King, la segunda entrega de la llamada «trilogía Bill Hodges», precedida por Mr. Mercedes (publicada en Argentina a finales del 2014) y cerrada por End of Watch (todavía inédita en castellano).

A diferencia de lo que vimos en Mr. Mercedes, en Quien pierde paga nos encontramos con un Bill Hodges rebosante de buena salud, que ha perdido unos quince kilos, lleva una vida saludable (con ejercicio y buena comida) y que, con sus sesenta y seis años, ve la vida en clave de «disfrutar de cada día» (pág. 174). Muy lejos de ese hombre recién jubilado que se pasaba todo el día sentado en su sillón mirando la televisión, comiendo comida chatarra y metiéndose, cada tanto, el cañón de su revólver Smith & Wesson calibre 38 en la boca. Pero esto es adelantarnos demasiado. Bill será el protagonista de la novela, pero no aparecerá sino avanzada la historia. Hay mucho más que decir antes.

Quien pierde paga nos presenta a un nuevo villano, Morris Bellamy, un joven fanático de las tres novelas del escritor John Rothstein que tienen como protagonista al personaje de Jimmy Gold. Para Morris, Rothstein no es más que un traidor, ya que hizo que Jimmy, símbolo de la rebeldía juvenil en las dos primeras novelas, se vendiera al sistema por unos cuantos dólares en la tercera. Para un fanático como Morris, la degeneración de Jimmy Gold es imperdonable, y el único culpable de ella es su creador, John Rothstein. Así, decide hacer justicia, yendo a la granja donde el escritor se recluyó después de retirarse de la vida pública y literaria. Su objetivo es claro: darle un escarmiento al viejo traidor, robarle la plata que pudiera tener encima (para repartirla con sus dos cómplices) y, todavía más importante, hacerse con los cuadernos que, según dicen, contienen todo lo que Rothstein siguió escribiendo después de su voluntaria jubilación. Con un poco de suerte, la trilogía de Jimmy Gold es más que una simple trilogía, y el personaje amado por Morris encontró finalmente la redención en alguno de aquellos manuscritos.

De esta manera, se lleva a cabo el robo, Morris consigue los cuadernos y vuelve a su casa. Pero las cosas se complican y, por una cuestión ajena a Rothstein, Morris termina en la cárcel con una perspectiva para nada alentadora: cadena perpetua. Por suerte, dejó los cuadernos bien escondidos, enterrados en un campo abandonado. Cuando por fin logre salir de la cárcel, tres décadas después, sólo una cosa tendrá sentido para él, buscar los cuadernos y leerlos. El hecho de que un adolescente llamado Peter Saubers haya encontrado el cofre enterrado y se haya quedado con la obra inédita de Rothstein será, para Morris, una piedra en el camino. Para Peter, el otro gran protagonista de esta historia, será el mismísimo infierno.

Y acá es donde entra en acción Bill Hodges, ahora convertido en algo parecido a un detective privado, después de que Tina, la hermana de Peter, recurriera a él para ayudar a su hermano. Desde ese momento, Bill tendrá una vez más que enfrentarse a una carrera contra reloj para evitar que Morris mate a Peter y a su familia. No estará solo, sus amigos Jerome y Holly, que conocimos en Mr. Mercedes, lo acompañarán.

La novela está muy buena. Sin lugar a dudas, conformará a los lectores constantes y a aquellos que hayan leído Mr. Mercedes. Una vez más, tenemos un argumento con suspenso que, si bien es menos lineal que el de la novela anterior (los saltos en el tiempo, al menos en la primera parte, abundan), no carece de lo más importante: una buena historia, que mantiene en vilo y que impide que dejemos el libro sin preguntarnos cuándo lo vamos a volver a agarrar. La tensión narrativa, la complejidad de los personajes, la destreza con la que King llega a nuestros corazones y la crudeza de una violencia demasiado verosímil como para no considerarla real, son la garantía de esta nueva novela.

Por otra parte, es importante señalar la esencia misma de esta nueva entrega de la «trilogía Bill Hodges»: LA LITERATURA. En efecto, Quien pierde paga es una novela que pone en escena la pasión por la literatura y los extremos a los que dicha pasión puede llegar. Todo se trata del amor (o, mejor dicho, la fascinación) por la lectura. Por un lado, tenemos a Moris Bellami, mientras que por el otro está Peter Saubers. Los dos son muy distintos, pero alarmantemente parecidos. Los dos están obsesionados con Jimmy Gold, los dos aman la literatura hasta el punto de preferir la ficción a la realidad. Quien pierde paga es una novela que sólo pudo haber sido escrita por una persona como Stephen King, alguien que ha hecho de la literatura su vida, que ama no sólo escribir, sino también leer. Por esto mismo, todos los amantes de la lectura encontrarán aquí un refugio en el que esconderse, un espejo en el que verse, un asesino en quien identificarse.

Señoras y señores, lectores constantes y lectores esporádicos, tenemos una nueva novela de Stephen King. Y créanme, es de las mejores.



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Sobre el autor: Stephen King nació en Maine (EE.UU.) en 1947. Estudió en la universidad de este Estado y después trabajó como profesor de literatura inglesa. Su primer éxito literario fue Carrie (1974), que, como muchas de sus novelas posteriores, fue adaptada al cine. Lleva escritas más de cuarenta novelas (entre las que se destacan Cementerio de animalesItThe Green MileUn saco de huesos y la saga La torre oscura, entre muchas otras) y doscientos relatos. En 2003 fue galardonado con el premio literario estadounidense de mayor prestigio, la medalla de The National Book Foundation for Distinguished Contribution to American Letters.



- King, Stephen, Quien pierde paga, Buenos Aires, Plaza & Janés, 2016.



7 de enero de 2017

"Don Genaro" en miNatura 153





Amigos, acaba de salir el nuevo número de la revista española miNatura (bajo el tema "Universo Quijote") con mi relato "Don Genaro", tanto en inglés como en castellano (la traducción estuvo a cargo de Yanina Pandullo). Los invito a leer y a compartir. ¡Saludos!




"El final" en PERIÓDICO IRREVERENTES





          Amigos, seguimos a full en PERIÓDICO IRREVERENTES, prácticamente con un cuento por semana, todos de terror realista. Hoy se publicó "El final", una historia de amor. ¿Te animás?




"En sala amarilla" en PERIÓDICO IRREVERENTES





          ¡NUEVO CUENTO! Amigos, PERIÓDICO IRREVERENTES publicó un relato nuevo. Se trata de uno de la colección de historias que transcurren EN EL COLEGIO. En este caso, "En sala amarilla". Ojalá les guste.





EN LA MENTE DEL ASESINO: cuando los valores entran en crisis






¿Qué es el bien? ¿Qué es el mal? ¿Alguien podría afirmar, sin miedo a equivocarse, lo que es bueno y lo que es malo? Éstas son algunas de las preguntas que plantea la película En la mente del asesino (Solace), dirigida por Afonso Poyart y magistralmente protagonizada por Anthony Hopkins, Colin Farrell, Abbie Cornish y Jeffrey Dean Morgan (sí sí, el ahora famoso Negan de The Walking Dead).

            La historia comienza con dos agentes especiales del FBI, Joe Merriwether (Jeffrey Dean Morgan) y la Dra. Katherine Cowles (Abbie Cornish), superados por un caso en extremo enigmático: un asesino en serie que elige a sus víctimas aparentemente al azar y que reproduce un mismo modus operandi, una certera y fatal estocada en la nuca. Al no encontrarle una salida a este laberinto, Joe decide contactar a su viejo amigo el doctor (y psíquico) John Clancy (Anthony Hopkins), quien vive solo y apartado del mundo después de que su hija falleciera de leucemia. Así, los tres comenzarán a recorrer un camino en el que descubrirán, gracias a los poderes extrasensoriales de John, que nada está librado al azar y que la distinción (tan cómoda y tan funcional) entre el bien y el mal no responde a nuestras bien aprendidas concepciones.

            La película es excelente. Sin dejar de ser un policial, dotado de un suspenso que no permite levantarse de la silla ni para ir al baño, la historia trabaja muy bien con lo fantástico y seduce también con la reflexión axiológica y con la pregunta que cualquier ser humano se ha hecho en algún momento de su vida: ¿tenemos un destino escrito o somos dueños y responsables de lo que nos va a ocurrir? Lo más interesante tal vez se deba al hecho de que la película no aventura ninguna respuesta, y es el espectador (a partir de lo que ve) el que tiene que resolver sus propios dilemas existenciales.

            Si todavía no la viste, En la mente del asesino es una gran película para arrancar con este 2017.



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Título original: Solace
Año: 2015
Duración: 101 min.
País: Estados Unidos
Director: Afonso Poyart
Guión: Sean Bailey, Ted Griffin
Reparto: Anthony Hopkins, Abbie Cornish, Colin Farrell, Jeffrey Dean Morgan, Xander Berkeley, Janine Turner
Productora: Eden Rock Media / FilmNation Entertainment / Flynn Picture Company