Día a día, mucho más en Facebook

26 de abril de 2010

¡ESTÁ VIVO!: otra remake lamentable

.



.

        Se acaba de estrenar en la Argentina la remake homónima del clásico de 1974 ¡Está vivo! (It’s Alive!). Si se considera de forma independiente, el nuevo film es malo, y si se lo compara con la versión original, es pésimo. Sigo preguntándome con qué necesidad se hacen remakes de buenas películas si no se mejora nada de ellas, y, aún peor, se echa a perder lo bueno que tienen. Dudo que Hollywood carezca de buenos guionistas o personas capaces de escribir historias originales. Lo que creo es que se apuesta a lo que ya antes ha tenido éxito para ahorrar dinero e ir a lo seguro. Se busca la fórmula del éxito arriesgando poco y ganando mucho, sin que importe la calidad de lo que se presente. ¡Está vivo! no es más que una prueba rotunda de ello.

         La historia nos muestra a una pareja de jóvenes que decide llevar a buen término un embarazo no esperado. Para ello, Lenore, la joven protagonista, deja sus estudios universitarios y se muda a la casa de Frank, su novio. Por un momento, todo parece marchar bien, pero al poco tiempo las cosas se complican: el bebé, con apenas seis meses de gestación, ha crecido mucho y demasiado rápido, y está listo para nacer. Una cesárea de urgencia permite que el niño y la madre salgan bien de la sala de parto, aunque son los únicos en hacerlo: alguien o algo ha asesinado de forma salvaje a todos los doctores y enfermeras que participaron de la intervención. Con el crimen irresuelto y sin tener a quien culpar, la policía deja que la madre y su pequeño vuelvan a su casa. Hasta aquí, del niño sólo se dice que es grande y fuerte para su edad, pero no se menciona nada que lleve a pensar en una anormalidad monstruosa. De hecho, Frank admite, frente a la cuna, que no entiende cómo algo tan bello pudo haber salido de ellos. Palabras que se ven contradichas más adelante, cuando se hace un primer plano del pequeño y se ve que es un verdadero monstruo. La causa de su mutación se remonta más allá del comienzo de la historia, cuando Lenore intentó interrumpir el embarazo incluso antes de informarle a Frank del mismo. En aquel entonces, Lenore compró por internet unas pastillas que, en teoría, deberían haberle producido un aborto, pero que no lo hacen y le dan una nueva oportunidad de tener a su hijo. Luego, por supuesto, la historia avanza, los asesinatos se multiplican y la sangre inunda la pantalla constantemente, ante la confusión de todos menos de Lenore, que desde el comienzo descubre la naturaleza de su hijo y hace todo lo posible para ocultarla.

         La película es bastante aburrida, predecible y por momentos tan inverosímil que llega a lo ridículo. Que un niño sufra mutaciones que lo lleven a poseer una fuerza inusitada y un hambre voraz es, dentro del mundo de la ficción, verosímil. Lo que no es verosímil, bajo ningún punto de vista, es que un niño de dos semanas sepa cortar la electricidad de una casa y trabar una puerta. No hay ninguna mutación que pueda justificar eso. Además, la falta de suspenso se convierte en tedio y las muertes son, una tras otra, tan predecibles como intrascendentes.

        La versión original de 1974 fue escrita, producida y dirigida por Larry Cohen, quien, incomprensiblemente, participó en la puesta en escena de esta lamentable versión dirigida por Josef Rusnak. Todo lo bueno que poseía (y aún posee, por fortuna) la primera ¡Está vivo!, la remake lo ha perdido. En primer lugar, en la versión de 1974 no hay contradicción entre lo que se dice en un momento y se muestra en otro: el niño, desde que nace, es un monstruo, y no hay secreto en eso. Asimismo, sólo la primera película tematiza la humanidad del pequeño, muy al estilo Frankenstein. Si bien es deforme y asesino, ¿es o no una persona? Este dilema se traslada al título, que utiliza el «It’s», con el que se designa a las cosas y a los animales, y no el «He’s», que denotaría a un ser humano. Como dije, estas cuestiones desaparecen en la remake, como también desaparece el trabajo con los sentimientos del padre (verdadero protagonista en la versión original y apenas un títere en la remake) y con la posición inescrupulosa de los laboratorios.

        No tengo mucho más que agregar, salvo que ya estoy cansado de las remakes. Espero que en lo sucesivo empiecen a haber nuevas y originales películas. De lo contrario, dejaré de visitar los cines y me quedaré en casa viendo los clásicos de siempre, que en algún punto, y hoy más que nunca, son los únicos que vale la pena ver.


Ficha técnica
Título original: It's Alive
Año: 2008
Duración: 80 min.
País: Estados Unidos
Director: Josef Rusnak
Guión: Larry Cohen, Paul Sopocy y James Portolese (Remake: Larry Cohen)
Reparto: Bijou Phillips, James Murray, Raphaël Coleman, Owen Teale, Ty Glaser
Productora: Alive Productions / Amicus Entertainment / Foresight Unlimited / Millennium Films
.

2 de abril de 2010

REFLEXIÓN EN SEMANA SANTA

.


.
«Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?». Lc 18, 8.
.
         Recuerdo que de niño mis festividades favoritas eran la Navidad y la Pascua. La primera por los regalos y la segunda por ese algo especial que sentía a mi alrededor: las películas Jesús de Nazareth, Rey de reyes y Los diez mandamientos; las misas y el Vía Crucis; el pescado en la mesa (en casa nunca comíamos pescado, por lo que el suceso no pasaba inadvertido). Por supuesto, también estaban los días libres y los huevos de chocolate, pero no era por ellos que me gustaba la Semana Santa. Lo que más me atraía era la sensación de vivir por unos días en un mundo distinto, más renovado, puro y místico. A medida que fui creciendo, el misticismo fue perdiendo fuerza y presencia en un momento histórico en el que, cada vez más, se relega lo religioso en pos de otros intereses.

         No pretendo hacer un post religioso ni juzgar a aquellos que, como no cristianos, tienen todo el derecho del mundo a pasar sus horas como se les dé la gana. ¿Por qué, si una persona no cree en Dios, tiene que guardar el viernes o tolerar toda una programación televisiva religiosa? Recuerdo que mis padres me contaron que, cuando ellos eran niños, las radios en Semana Santa sólo pasaban música sacra. ¿Por qué una persona con creencias diferentes debe tolerar eso? Bueno, hoy por hoy no tiene que hacerlo: la televisión ofrece muchas otras opciones y las radios transmiten como en cualquier momento del año. En la calle, prácticamente nada hace pensar en una conmemoración santa: algunos negocios cerrados, chocolate por todas partes y los centros turísticos repletos son los únicos indicios de la muerte y resurrección de Jesucristo.

         No voy a decir, porque en realidad no lo creo, que antes era mejor. Obligar a las personas a celebrar algo en lo que no creen no es el camino adecuado, aunque me gustaría que el mundo creyera más, como me gustaría creer más yo también. Soy cristiano, más exactamente católico, y vivo con pesadumbre la progresiva falta de fe. No me refiero al incumplimiento de los ritos, sino a la postura de completo desinterés hacia lo divino (a veces me imagino a Jesús en el Paraíso, mirando a la humanidad y pensando que conserva más cicatrices en su cuerpo que seguidores en la Tierra). Varias veces oí la expresión «católico (o creyente) no practicante». Bueno, en estas fechas es cuando queda en claro que dicha expresión es una falsedad, una mentira que las personas se dicen a sí mismas para no admitir que dejaron de creer. Creer significa, de algún modo, asumir, y, al asumir, nuestras prácticas se ven alteradas. La fe, es verdad, no necesita de la práctica, pero necesariamente ésta se ve transformada por aquélla. El creyente que vive como si no lo fuera no es creyente. La persona que cree tal vez no vaya a misa o no siga todos y cada uno de los preceptos de la Iglesia, pero de alguna manera practica su fe. En algún punto debe hacerlo.

         Tal vez el feriado deba ser sólo para los creyentes. Así dejaría de ser una razón para tomarse vacaciones o para salir a bailar desde el miércoles hasta el domingo. No es bueno obligar a las personas a celebrar algo en lo que no creen, pero tampoco es bueno que las personas que no creen se valgan de la celebración de los creyentes para tomarse días libres. Si vamos a lo justo, lo justo es justo.

         Muchos se quejan de que los valores se están perdiendo, de que la gente es cada vez más violenta y maleducada, de que estamos cada vez peor… No sé si es cierto; pero si lo es, me preguntó cuánto tendrá que ver el abandono sistemático de las creencias religiosas. En todo caso, me imagino que mucho.

         Por último, los invito a leer (o a releer) el post «Elí, Elí, lamá sabactani», que reflexiona sobre las últimas palabras de Cristo en la cruz y que tanto tiene que ver con estos días.
.